

























Kayden Kross: Esta preciosa
rubita de raíces suecas era toda una empollona en el instituto, pero algo debió de cambiar cuando a los 18 decidió convertirse en stripper con la idea de ahorrar unos dinerillos y, atención,
comprarse un pony. De ahí pasó a posar para sesiones de fotografía erótica y el resto os lo podéis imaginar. Kayden es uno de esos casos en los que el porno ha jugado más el papel de piedra
angular de su fama —al igual que Jenna Jameson y Sasha Grey—, que
se ha prolongado a lo largo y ancho de otros campos.





























El enésimo
caso de patito feo que pasa de una adolescencia sexualmente nula atrapada en un laberinto de libros de texto, inseguridad (ha llegado a dejar caer que de jovencita ni siquiera se rasuraba las
piernas), aficiones poco habituales e ineptitud social a metamorfosearse en un precioso cisne de 1,75 que aun pasada la treintena conserva —con el permiso de 


































Sexy
























Tras ganar un concurso de belleza en 2006 en su Hungría natal, Aletta dio sus primeros
pasos como modelo y solo un año después, animada por su novio (a quien siempre estaremos agradecidos) ya llamaba con fuerza a las puertas del porno. Su magnético físico y su sensualidad en cada
gesto la hicieron llegar al estatus de pornstar en un tiempo récord, pero su explosión como profesional llegó tras su paso por el quirófano en 2009, cuando se aumentó los labios y el pecho
convirtiéndose en la diosa sexual que es ahora.




















